viernes, 27 de abril de 2007

De la luz y del amor...

Vivimos en la tierra de la luz y del amor... al menos los valencianos. Aquí todo es perfecto: los días son radiantes y el cielo presenta un azul límpio y magnífico, la gente se abraza por las calles ofreciendo besos y sonrisas, los perros se pasean con su collar de longanizas, el olor a azahar invade cada rincón de la ciudad y uno se despierta sabiendo que el día que empieza va a ser, sin duda, mejor que el anterior... no hay barracones en los colegios, la sanidad transferida es un ejemplo de buen funcionamiento, nunca ha habido muertos en el metro, no se especula ni se desangra nuestro litoral, no se derrocha a manos llenas ( el Santo Padre se pagó el viaje de su bolsillo y el Palau de les Arts es el paradigma de la austeridad )... todo va bien... entonces ¿ quien en su sano juicio querría cambiar las cosas ? Insensatos que no se conforman con lo que tienen. Y yo. Porque da miedo lo que miedo da. Y a mi me produce pavor vivir aislado del resto del mundo gracias a una censura que ni los coreanos del norte quisieran para ellos. Camps se apresta a cerrar el repetidor de TV3 después de jugar una partidita de tenis mientras se celebraba el Día de les Corts, y sus acólitos prohíben donde pueden, que es mucho, la exhibición de un vídeo que les es crítico. " ja en tenim prou". Podríamos reírnos de lo torpe que es prohibir algo cuando puede crearse el efecto contrario: que la gente quiera conocer lo prohibido. Pero esa torpeza va acompañada de un control de los medios que no tiene parangón. Nadie con menos de treinta años ha vivido una censura similar. La Unió de Periodistes denuncia a Punt 2 por alterar la programación porque un invitado decidió salir de su casa vestido con una camiseta que apoya la candidatura de Carmen Alborch a la alcaldía de la capital... Y no pasa nada. Canal 9 se convierte en la voz de su amo y ladra incluso antes de recibir cualquier orden canina -sit, plas....- ¿ Nadie tiene miedo ? Yo sí, y también quien se afana por controlarlo todo para perpetuar en el poder una sinrazón de ideas que coloca esta comunidad en estándares sociales y culturales propios del antiguo régimen. Y aún así, vivimos en la tierra de la luz y del amor... que sea para bien.